dimecres, 5 de setembre del 2012

Con dieciséis años me habló de las autopsias sexuales. Me contó que estaría bien que cada cinco años nos practicaran una de estas autopsias. Que nos quedáramos muy quietos y alguien nos dijera qué parte de nuestro cuerpo no había sido acariciada; cuántos besos habíamos recibido; si había sido más querido una mejilla o una ceja o una oreja o los labios. Una autopsia en toda regla de nuestro sexo, p
ero con nosotros vivos, aunque inmóviles. Ella se lo imaginaba y le gustaba pensar que alguien, sólo mirando nuestros dedos, supiese si habían tocado con pasión o simplemente por rutina. Si nuestros ojos habían sido mirados con deseo o nuestra lengua había conocido muchos congéneres... Y según ella, lo mejor era que cuando acabase esa autopsia sabríamos que estábamos vivos, que podíamos mejorar y lograr que nos acariciasen, que deseáramos, que amáramos y nos amasen. 


At sixteen I spoke of sexual autopsies. He told me it would be nice that every five years we practiced one of these autopsies. Us to stay very still and someone told us what part of the body had not been cherished, how many kisses we had received, if he had been more loved one cheek or eyebrow or ear or lips. An autopsy fledged of our sex, but with us live, but still. She imagined him and he liked to think that someone, just watching our fingers, knew if they played with passion or just routine. If our eyes had been regarded with desire or our language had met many fellow ... And according to her, the best thing was that when allthough that autopsy would know we were alive, we could improve and make caress us, we wanted, to love and they loved us.